Se escucha hablar de que las abejas se mueren en distintos lugares del mundo a causa del síndrome de desaparición de colmenas, pero poco se siente hablar de que los apicultores están envejeciendo y que el promedio de edad está sobre los 35 años. Sin colmenas no habrá apicultores, sin apicultores no habrá industria apícola. ¿Qué estamos haciendo para que esto se revierta?
Próximo a cumplir 20 años en la actividad apícola me encuentro con una triste y alarmante realidad ¡Cada día se ven menos jóvenes trabajando las colmenas!. Al viajar por algunos países he tenido la posibilidad de asistir a infinidad de encuentros y reuniones donde uno puede observar quienes están trabajando verdaderamente en los apiarios, quienes verdaderamente ponen sus manos en las colmenas para obtener las distintas producciones que hacen que la apicultura sea la industria que es hoy en día.
Sorprendentemente me he encontrado que en algunos países las mujeres están tomado un verdadero protagonismo en el trabajo diario con las abejas, como es el caso de Chile donde poco a poco se ve una mayor participación de mujeres que se comprometen con la actividad. También está el caso de México donde la participación de padres e hijos en forma conjunta en las capacitaciones y seminarios, muestran la intención de hacer crecer y perdurar la empresa familiar. En Australia puede observar en una imponente publicidad de una empresa colocada en la gigantografía de un camión que decía "5 generaciones de apicultores produciendo miel de calidad" lo que nos muestra la importancia de la transferencia de la apicultura de generación en generación, de padres a hijos y a si sucesivamente. En los distintos salones del encuentro de APIMONDIA realizado en Melbourne 2007 se pudo observar la casi nula presencia de apicultores jóvenes, su gran mayoría superaban las 4 décadas. ¿Qué está pasando con los jóvenes? ¿Qué estamos haciendo los apicultores que no interesamos a los que ocuparán nuestro lugar en el futuro? .
PARA TENER EN CUENTA: Muchos son los casos que conozco donde los padres se dedican de una forma apasionada a la actividad apícola, dejando en muchas oportunidades de lado a sus hijos los fines de semana, feriados con el fin de ganar dinero para poder vivir mejor, para que los hijos tengan estudios profesionales. Luego al pasar los años los hijos abandonaron todo interés por dedicarse a las colmenas manifestando que no son tareas para profesionales, que han estudiado para otra cosa, la apicultura es muy sacrificada
Otro caso interesante es aquel donde los padres apicultores han trabajado duro para obtener recursos de las colmenas, haciendo trabajar a sus hijos a la par de ellos para construir en conjunto el colmenar productivo que es parte del patrimonio familiar. Cuando los hijos llegan a una determinada edad se independizan diciendo "Esto no es para mi tanto he trabajado en las colmenas que he llegado a detestar la actividad, no quiero saber nada de abejas, picaduras ni colmenas, eso es cosa de viejos."
En Argentina existen muy pocos casos donde los apicultores son producto de la transferencia generacional de la actividad, es muy posible que nos sobren los dedos de las manos para decir cuantas empresas hay en nuestro país que tengan 3 generaciones de apicultores. Hay un dicho popular que dice que los abuelos llegaron de Europa trabajando de sol a sol para construir una posición sólida, los hijos mantuvieron todo el trabajo de sus padres por respeto a sus mayores y los nietos se gastaron todo lo que las dos generaciones anteriores habían logrado con esfuerzo.
NO TODO ESTA PERDIDO...
Hace pocos días recibí en mi domicilio la visita de un amigo apicultor con más de 70 años y me dijo que me traía tristes noticias, lamentablemente había muerto un amigo, otro apicultor con tantos años como el, lo cual me puso muy triste por que meses atrás también había recibido la noticia de que habían muerto otros dos viejos apicultores. Una de las preguntas que surgió en la conversación fue la de ¿Quiénes se harían cargo de sus colmenas? ¿Quiénes seguirían la actividad que ellos cumplían como hombres criadores de abejas polinizadoras?
A mi amigo apicultor le comente que días antes la hija de uno de ellos había estado en uno de los cursos de capacitación y que me había comentado que su padre antes de morir les pidió a ella y a su madre que no dejaran perder las colmenas y que por ello estaba allí tratando de aprender para seguir con la voluntad de su padre. En otro de los casos uno de los hijos y la nuera seguirían trabajando las colmenas parte del patrimonio familiar. En el último caso pondrían en venta todo el material y las colmenas
QUE RESPONSABILIDAD LA DE TRANSMITIR EL LEGADO APICOLA: al igual que las obreras en la colmena se hacen cargo de transmitir información a las nuevas crías, que no son sus hijas, pero si sus hermanas. QUE RESPONSABILIDAD TENEMOS LOS APICULTORES, LA GRAN RESPONSABILIDAD DE CAPACITAR. Si los cálculos no me fallan por cada hombre criador de abejas polinizadoras que deja este mundo o se jubila colgando la pinza y el ahumador es necesario iniciar a unos 300 alumnos, por ello debemos insistir en que debe haber más capacitación apícola para los que se inician, debemos abrir el juego de la apicultura para que la pirámide siga teniendo una base amplia por que si ella se estrecha, poco a poco nos quedaremos con una población de apicultores envejecida y nuestra actividad irá desapareciendo para transformarse en un recuerdo.
Estas palabras están dedicadas a todos los apicultores que creen que no es necesario formar nuevos apicultores, que guardan celosos sus secretos creyendo que jamás se jubilarán o que vivirán por siempre. Por mi parte desde 1991 sigo transmitiendo el legado que me dejaron mis maestros "Padres Apícolas" que me formaron en esta noble actividad y agradezco a Dios por haberme permitido tener muchos alumnos "Hijos apícolas" quienes llevan en si el legado.
¡Feliz día del padre a todos!
Un abrazo
Pablo Maessen
Desde "El Chinital"
Mendoza - Argentina
1 comentario:
Cuanta verdad y que grande el desafío, no dejar que se pierdan nuevas generaciones de futuros apicultores, por no haber aprendido lo que nos enseña la colmena: "compartir la información".
Mi humilde homenaje a todos aquellos que han hecho que hoy esté familiarizada con esta hermosa actividad.
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