D e s d e e l p r i n c i p i o d e l o s t i e m p o s el hombre ha tenido fascinación por el fuego y por todo lo que en su proximidad se genera; se me hace emocionante pensar que nuestros ancestros, que en otros tiempos sintieron la misma irresistible atracción de mirar entre sus coloridas llamas en búsqueda de algo mágico, de algo místico…
Amigos lectores en esta primer entrega, los invito en estas noches frías de invierno a que nos demos tiempo para encontrarnos, ustedes frente a un fogón y Yo desde el papel o desde la pantalla de la computadora. Para que juntos en este encuentro nos liberemos de la presión que genera la rutina, de lo cotidiano, hallando un espacio en nuestro interior donde descubramos por medio de los sentidos el verdadero encanto existente en cada uno de los productos y subproductos del Maravilloso Mundo Apícola.
El tema de hoy está relacionado con la CATA DE MIEL, pero desde mi visión debemos marcar una diferencia que a mi entender existe entre la DEGUSTACIÓN y la CATA. Durante más de 20 años dedicados a esta extraordinaria actividad he probado infinidad de mieles de distintos colores, olores, aromas; procedentes de los mas variados rincones del planeta. Degustarlas es parte del ritual de todos los apicultores que cuando visitamos a un colega, el dueño de casa nos ofrece con todo su afecto probar el fruto de su trabajo, alguna de las mieles que produce, donde el orgulloso apicultor expresa alguna de sus bondades, destacando su perfume, su color, el lugar de origen, en fin todo lo que para él la hace especial… Todos de una manera u otra dicen “La mejor miel es mi miel”.
Recuerdo cuando en una oportunidad un mecánico- apicultor me hizo probar con una sonrisa de oreja a oreja, sacando pecho lleno de orgullo, una cucharada de miel que sacaba de un tarro reciclado que había contenido alguna vez grasa de litio. Les aseguro que a pesar de que han pasado los años, no puedo olvidar esa experiencia traumática para mis sentidos. Fue la primera miel que comí en mi vida con aroma a “taller mecánico”. Tristemente frente a la insistencia del apicultor y su familia, que me tenían rodeado no pude hacer otra cosa que sonreír y dar una corta respuesta de carácter hedónico “me gusta”.
En cambio una verdadera CATA DE MIEL es un acto donde se utilizan los sentidos (visión; olfato; gusto y tacto) del ser humano, que por instantes se transforma en un verdadero instrumento de medición. Que por medio del entrenamiento trata de calibrarse para descubrir virtudes, defectos del producto relacionadas con el origen de esa miel, la flora apícola que sirvió de materia prima, el análisis de sus características fisicoquímicas y el trabajo de la abeja, como también el trato que le dio el apicultor, en fin conocer su historia.
Al igual que en el film Ratatouille de Disney – Pixar; donde el más conocido y severo crítico gastronómico de Francia Antón Ego, prueba y evalúa un suculento plato que mágicamente aunque sea por un instante lo traslada a su niñez donde recuerda su madre en la cocina, su casa de la infancia, el hogar con todo lo que significa. Al CATAR UNA MIEL, he tenido la posibilidad de experimentar esa sensación de abstracción en el espacio y tiempo, ese viaje mágico que dura un soplido donde se descubren aromas, sabores que se comparan en ese catálogo que todos llevamos adentro en nuestra memoria olfativa y gustativa que nos permiten comparar lo que estamos probando con parte de nuestra “Historia personal”. Mieles con olor a frutas frescas, flores, praderas…etc. Mieles con aromas y retrogustos a madera, cereales malteados, higos, dátiles o ciruelas desecadas…
Este encuentro no es otra cosa que una invitación al descubrimiento, haciéndose tiempo para sentir, como ustedes prefieran con música o en silencio, para encontrarse con uno mismo reflexionando sobre nuestras propias prácticas apícolas partiendo desde ese mágico instante en que una gota de miel se posa sobre nuestra boca.-
Me despido leyendo un pequeño cuento de Ricardo Galeano, próximo al fogón brindando con mi copa de vino levantada por este encuentro, con una tentadora combinación sobre la mesa, queso y miel.-
Espero que lo disfruten, me voy con el compromiso de que nos veremos pronto
Pablo A. Maessen
El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(De "El libro de los abrazos") RICARDO GALEANO
2 comentarios:
estimado pablo muy lindo el articulo y muy cierto ... también e visto como muchos exportadores prueban la miel con el dedo ...espero no ser como el mecánico y poder brindarte un producto de calidad ¡¡¡
saludos isabel cuevas castro
desde el principio de los tiempos, el hombre ha sentido fascinacion por el fuego.... por el fuego y la carnecita que estan por poner sobre el fuego, jajaja que hijoemil... un abrazo
Publicar un comentario